Leyenda


Dicen que el 30 de abril de 2010 a las 11:05 de la noche se oyó un grito en el cielo que decía: “A mí, la Legión”, y que D. Luis Díaz Galán se presentó en las puertas del cielo acudiendo al instante a la llamada.

- ¿Quién me llama?

La pregunta no halló respuesta alguna pues nadie sabía de dónde procedía. Así que el Caballero Legionario, acostumbrado a afrontar todo tipo de situaciones, se adentró en el Cielo con paso firme con la intención de no dejar tal llamada sin respuesta.

Buscó y preguntó sin fortuna alguna por todo el Cielo. Nadie sabía, al parecer, quién podía haber llamado al Caballero Legionario. Hasta que, al fin, casi al final del cielo se encontró en un lugar amplio y muy luminoso ante el Cristo de la Buena Muerte que él tanto conocía.
 
- ¿Me has llamado tú?

- Así es Luis…

- ¿Qué quieres de mí?

- Que me custodies.

- Pero… yo hace mucho que dejé de estar en activo. Además, mi única arma siempre ha sido el amor a mi mujer, a mis hijos y a mi familia. Mi cuartel ha sido mi casa, y mi única misión dar la vida por ellos hasta el último aliento.

- Ése es precisamente el Caballero que ando buscando. Veo que la espera mereció la pena –respondió el Cristo-.

- Pero… ¿custodiarte?...

- Sí, verás… ¿Ves esa gran puerta pesada a la entrada de esta parte del cielo?. Necesito que esté siempre abierta. ¿Podrás hacerlo?, ésa es la custodia que te pido.

Dicen que el Caballero Legionario asintió con gallardía asumiendo la misión encomendada. Pero como la puerta era muy pesada y una eternidad es mucho tiempo decidió colocar una gran mesa para mantener la puerta abierta. En ella se puede ver al Caballero acompañado por comensales aunque hay muchas, muchas sillas vacías. En el centro de la mesa hay un gran cartel que dice: MI FAMILIA